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sábado, 30 de marzo de 2013

GEMELOS EN LA PREHISTORIA

 Aprovechando estas tardes lluviosas de Semana Santa me he decidido a escribir un cuentecito a propósito de la prehistoria. Como ha resultado un poco largo, lo he dividido en varios capítulos. Aquí está el último. Por cierto, no tiene ilustraciones, si alguien se anima...

Capítulo 3

    Corrió tan deprisa como pudo hasta llegar al centro de la cueva, junto al fuego donde estaban todos reunidos y les explicó las dos noticias que traía:
     La buena: los había encontrado.
     La mala: estaban atrapados y no sabía como sacarlos de allí.
     ¡Anda, pero si hay otra mala! : el pozo puede llenarse de agua y entonces...
    La alegría que sintieron todos cuando oyeron a Kali decir que los había encontrado se volvió desilusión y desesperanza al comprender que nunca podrían sacarlos a tiempo de aquel agujero.
    -Yo podría sacarlos – dijo Keó.
    A pesar de que habló muy bajito, todos callaron y se volvieron hacia él.
   -Yo puedo sacarlos – dijo esta vez más alto, - pero necesito ayuda si tenemos tan poco tiempo -.
   - Claro Keó – dijo Kali, - ¿qué tenemos que hacer? -.
 - Pues, necesitaremos varios palos como éste, fuertes y no demasiado largos, ah y muchos tallos de lino y cáñamo trenzados para que sean más resistentes.-
Niños, ancianos y mujeres colaboraron para conseguir todo lo que había pedido Keó aunque nadie era capaz de adivinar como esas cosas podían salvar a los hombres.
    Palo bien atado con un fuerte nudo, un poco de cuerda y otro palo bien atado, otro poco de cuerda más y otro palo... Y el mismo sistema en el otro extremo de cada palo. Cuando hubo calculado que había suficientes recogió todo y pidió a su hermana que lo llevase hasta el pozo.
     Una pequeña expedición salió al rescate sin saber muy bien como iba a utilizar Keó su extraño invento. Una inmensa luna se abrió paso entre las negras nubes lo que permitió que el grupo caminase sin grandes dificultades y encontrasen el pozo que se había tragado a los hombres. Nada más llegar Keó buscó un punto donde fijar su invento. Trabó el primer palo entre unos troncos asegurándose de que aguantara el peso de un hombre y dejó caer el resto de los palos anudados con la esperanza de que fuesen suficientes para llegar al fondo del pozo.
    Abajo esperaban los hombres que no salían de su asombro cuando vieron aquella extraña cadena de palos. Pero apenas terminaron de seguir con los ojos el camino hacia arriba comprendieron que solo tendrían que ir trepando de palo en palo, despacito y con cuidado para salir de aquella trampa.
      Y así fue como la intrépida Kali y el ingenioso Keó salvaron a todos los hombres de la tribu y aunque Arita y Gon-Cu siempre habían querido a sus hijos, ahora, además se sentían muy, muy, pero que muy orgullosos de ellos.

                                                                                                    FIN

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